ENTIERRO PREMATURO
abril 25, 2012 at 8:00 pm Deja un comentario
En 1896 el cadáver del obispo Nicephorus Glycas permaneció expuesto dos días a la adoración de sus seguidores la cual huyo aterrada al verlo resucitar. Lo mismo le ocurrió al reverendo Schwartz quien revivió en su propio velorio.
Ante el temor de ser enterrado vivo…
El escritor Dostoyevski pedía que su entierro fuera cinco días después de su muerte. Pero dentro de los más radicales se encontró, por ejemplo, Harriet Marineaun que pedía que al morir su cabeza fuera separada de su cuerpo. Entre otras tantas peticiones radicales podemos encontrar quien pedía le perforasen el corazón con una aguja, el que quería que le abrieran las venas para comprobar que su sangre aun circulaba y hasta quien pedía que seccionasen su yugular. El temor a ser enterrado vivo se extendió entre los ciudadanos europeos.
Y un nuevo invento salió a la venta…
Fue el conde Karnice quien diseño un aparato compuesto por una caja cerrada y un largo tubo que se conectaba al ataúd sobresaliendo a la tierra. Con el más mínimo movimiento de la persona enterrada un mecanismo abría el tubo para dejar pasar aire y al mismo tiempo una campana empezaría a sonar durante 30 minutos, también, un banderín ondearía en lo alto para avisar lo ocurrido y que los rescatistas llegaran pronto.
Fue un buen invento y se popularizó en Estados Unidos donde se formaron sociedades civiles para garantizar que todos tuvieran uno. Pero no fue garantía ya que en 1905 se publico un libro Londinense que documentaba 219 casos de personas que habían escapado al entierro prematuro, 149 que no lograron escapar y como dato extra 10 casos de autopsias hechas a personas vivas y 2 más que despertaron mientras eran embalsamadas.
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